Para entender la sexualidad de la mujer hay que comprender el significado de "mujer". Nuestra sociedad educa a la mujer para ser pasiva frente a las demandas del hombre, sacrificada, generosa, sensible y orientada a los demás. Todas estas enseñanzas ayudan a que la mujer, una vez adulta, se case y se ponga al servicio de su esposo, sus hijos, sus padres y aún sus suegros. Estas enseñanzas y expectativas sociales crean en la mujer un papel social que repercute directamente sobre su sexualidad. Aquella orientación determina que la mujer no busque su placer personal, se ponga al servicio del placer del hombre, no tome la iniciativa sexual, se "deje llevar" por la sensualidad del hombre sin respetar la suya propia, y se niegue a sí misma sus necesidades sexuales.
Esta manera de vivir su sexualidad hace que la mujer sea incapaz de responsabilizarse por su sexualidad. Ella se dice a sí misma que, cuando tiene relaciones sexuales fuera del matrimonio, es porque "cae" en las "garras" del hombre. Es decir, la mujer se ve a sí misma como "presa de cacería" en un mundo donde el hombre es el "depredador sexual". Por esto crece con miedo del hombre, vive para "cuidarse" y para no "dejarse convencer".
A la mujer se la "educa" con frases como "la virginidad es el mejor regalo que da al hombre" o se le repite que debe cuidar aquel "gran tesoro" para su esposo. Por esto, dentro de nuestra sociedad, la mujer que se ha entregado sexualmente a un hombre reduce inmediatamente su valor para otro hombre. Muchos hombres aprovechan esta situación para exigir a la mujer , es decir, que se entregue sexualmente. "educada" tan vulnerablemente dentro de nuestra sociedad.
Cuántas mujeres vienen a mi consulta desesperadas por este "gran problema" de haber tenido relaciones sexuales con un hombre que "las engañó". Creen que su mundo se ha acabado, que ningún hombre podrá volverlas a amar, que no tienen derecho a escoger una pareja porque no se sienten dignas. ¡Qué triste manera de "educar" a la mujer! ¡La convertimos en "carnada" y, una vez consumada la cacería, la desechamos! Esto es el machismo reflejado en la sexualidad femenina.
El daño inmenso que ha generado nuestra sociedad sobre la sexualidad femenina también ha creado frentes de defensa, de lucha. Un cambio fuerte en la mujer de hoy ha logrado, lenta pero positivamente, modificar la imagen de la mujer que la sociedad quiere imponer. Cada vez hay más mujeres que se sienten responsables de su sexualidad, que no la ponen al servicio de los demás sino que saben equilibrar sus relaciones y demandan reciprocidad. Mujeres que se valoran por su personalidad, su inteligencia, su capacidad personal y no por "su gran tesoro: la virginidad". Mujeres que buscan un hombre que las ame y las respete antes, durante, y después de una relación sexual.
Este frente de cambio social ha impactado también en el hombre. Hoy en día, ya hay muchos hombres que buscan mujeres que se valoran a sí mismas por sus potencialidades emocionales, intelectuales, productivas, y sexuales. Esperemos que estas parejas construyan en sus hijas e hijos una nueva visión de la mujer y el hombre. La sexualidad femenina y masculina serán entonces valoradas y respetadas, y las personas podrán disfrutar de una sexualidad que integra tanto lo afectivo como lo físico.
sábado, 29 de septiembre de 2012
sábado, 22 de septiembre de 2012
Sexo y Religión
La sexualidad está condicionada por las ideologías y las creencias prevalentes en cada cultura, que se interiorizan en la infancia, resultando un conjunto de normas morales que actuarán como guía en la vida sexual adulta produciéndose un conflicto, entre los deseos sexuales de la persona y las normas, que puede llegar a ocasionar trastornos físicos o psíquicos.
La relación entre religión y sexualidad se ve afectada por la "moral sexual", entendida no tanto como parte de la moral general o común a todas las personas, sino como una parte de la moral religiosa que implica restricciones u obligaciones al comportamiento sexual humano. Tales comportamientos varían entre unas y otras épocas, así como entre distintas religiones o culturas de forma que, las normas sociales y los estándares de conducta sexuales, suelen estar relacionados con las creencias religiosas.
De acuerdo con esto, la mayor parte de las religiones han visto la necesidad de dirigir la cuestión de un papel "propio" de la sexualidad en las interacciones humanas.
El espíritu es bueno y la carne es mala.
En nuestra cultura, la religión católica sanciona el sexo y lo convierte en pecado. Esta categoría de pecado ha generado la doble moral como una práctica continua y cotidiana de sus feligreses, sus sacerdotes, obispos y monjas. Así se presenta una gran brecha entre "lo que se dice que se hace" "lo que se dice que se debe hacer" y "lo que en realidad se hace".
Buena prueba de ello es que las prácticas sexuales no han estado ausentes de la vida religiosa, y no siempre desde un punto de vista saludable, ya que las denuncias sobre violaciones, pedofilia, abortos y embarazos han estado presentes a lo largo de la historia y, lamentablemente, también en la actualidad.
Por otra parte, el control que ejerce la iglesia católica sobre la sexualidad de las mujeres ha afectado, notablemente, a las políticas públicas vinculadas a la salud sexual y reproductiva que se expresa en la prevención de: embarazos (en general y en adolescentes), infecciones de transmisión sexual y VIH (SIDA) y otras enfermedades de trasmisión sexual y problemas psicológicos y emocionales derivados de una inexistente o simplemente mala política de salud sexual y reproductiva y de una educación sexual insana.
Misoginia y Represión.
Las religiones, amparadas en "motivos ancestrales", tratan de justificar lo injustificable poniendo de relevancia criterios vertebrados en torno al patriarcado, para legitimar situaciones como por ejemplo: arreglos matrimoniales para garantizar la genealogía paterna y/o con fines lucrativos, mantener el rol sumiso de las mujeres, el hecho de que las matronas, en muchas partes de América, cobren más por atender el nacimiento de un niño que el de una niña, las lapidaciones de mujeres adúlteras siguiendo el preceptos de la Sharia (Ley islámica), el genocidio de niñas en China y otros países asiáticos, etc..
Según todos los indicios, se podría afirmar que las religiones monoteístas son las más explicitas en su sentir patriarcal y misógino, pero si repasamos la Historia observamos como, por ejemplo, Confucio (gran pensador chino del siglo V a C) decía: "La mujer es lo más corrupto y lo más corruptible que hay en el mundo", y que el mismo fundador del budismo, Sidhartha Gautama, afirmaba: "La mujer es mala. Cada vez que se le presente la ocasión, toda mujer pecará".
En la Biblia, un ejemplo claro lo podemos encontrar en Eclesiastes 7:26: "He hallado que la mujer es más amarga que la muerte, porque ella es como una red, su corazón como un lazo, y sus brazos como cadenas: El que agrada a Dios se libra de ella, mas el pecador cae en su trampa." Así mismo, en el Génesis encontramos las palabras que Dios dijo a Eva: "A la mujer le dijo: Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará."
La misoginia, en fin, deja su rastro a través de todos los textos. Así, Pablo (a quien se le atribuye el origen del dogma cristiano) dice: "La mujer oiga la instrucción en silencio, con toda sumisión. No permito que la mujer enseñe ni que domine al hombre. Que se mantenga en silencio. Porque Adán fue formado primero y Eva en segundo lugar. Y el engañado no fue Adán, sino la mujer que, seducida, incurrió en la transgresión." (1Timoteo 2:11-14)
En otros ámbitos de fe, aún hoy, los judíos ortodoxos repiten oraciones que se remontan a la antigüedad: "Bendito seas Dios, Rey del Universo, porque Tú no me has hecho mujer". Actualmente entre 80 y 114 millones de mujeres y niñas son víctimas de parteras tradicionales quienes, siguiendo el mandato patriarcal, al compás de oraciones religiosas, mutilan sus órganos genitales.
Ni siquiera Alá, el gran inspirador de suicidas que mueren con la esperanza de habitar el paraíso junto a siete vírgenes personales, se salva de su desprecio hacia las mujeres. En el Corán, en el verso 38 del capitulo "las mujeres" se lee: "Los hombres son superiores a las mujeres, a causa de las cualidades por medio de las cuales Alá ha elevado a éstos por encima de aquéllas, y porque los hombres emplean sus bienes en dotar a las mujeres. Las mujeres virtuosas son obedientes y sumisas: conservan cuidadosamente, durante la ausencia de sus maridos, lo que Alá ha ordenado que se conserve intacto. Reprenderéis a aquellas cuya desobediencia temáis; las relegaréis en lechos aparte, las azotaréis; pero, tan pronto como ellas os obedezcan, no les busquéis camorra. Dios es elevado y grande".
La religión católica consagró su misma existencia al patriarcado. Uno de sus "padres teológicos", San Agustín, decía: "Vosotras, las mujeres, sois la puerta del Diablo: sois las transgresoras del árbol prohibido: sois las primeras transgresoras de la ley divina: vosotras sois las que persuadisteis al hombre de que el diablo no era lo bastante valiente para atacarle. Vosotras destruisteis fácilmente la imagen que de Dios tenía el hombre. Incluso, por causa de vuestra deserción, habría de morir el Hijo de Dios". También Santo Tomás de Aquino, posiblemente el mas notorio de todos los teólogos católicos (autor de las cinco vías) escribía: "Yo no veo la utilidad que puede tener la mujer para el hombre, con excepción de la función de parir a los hijos".
Muchos creyentes católicos, todavía hoy, piensan que el machismo y la misoginia, inherente a su religión, son cosa de un pasado oscuro, ya superado, por ejemplo, en el concilio Vaticano II. Sin embargo, la Santa Iglesia Católica, sigue preparando a sus feligreses para el matrimonio y enseñando que el deber de las mujeres es servir a sus maridos, no tener control sobre su deseo de ser madre y renunciar al placer sexual. Del mismo modo, a las mujeres que consagran su vida a la religión les está vetado realizar los oficios quedando relegadas a labores de cuidado y a la reproducción del mandato patriarcal.
Por todas estas cuestiones, las consultas de medicina sexual y reproductiva y de psicología están concurridas por personas que no saben conjugar sus creencias con su sentir y con su identidad humana, generando patologías que podrían superarse con una buna información y con una profunda formación sobre nuestro cuerpo y nuestra sexualidad, dejando las creencias para las cuestiones del espíritu, que para eso están.
EL MIEDO AL PLACER
En una sociedad la
sexualidad está cubierta de prejuicios y de miedos, crecemos aprendiendo de
sexualidad de nuestros amigos, compañeros y pocas veces contamos con familiares
a los cuales acudir por información (esto cuando el miedo no es causado por algún
trauma como abuso sexual o violación).
Estamos
bombardeados de mensajes contradictorios, todo es sexualidad, en la publicidad,
el cine, el internet, todo es apertura y placer, pero en nuestras vidas
diarias, nuestra familia o en nuestra religión no nos permitimos vivir la
sexualidad más que cuando se cumplen ciertas reglas:
-La sexualidad sólo sirve para la procreación.
-La sexualidad sólo debe ser vivida por quienes estén casados.
-El placer sexual es inherente a los hombres, es un mito que las mujeres sientan placer.
Todos
estos prejuicios crecen con nosotros, algunos logramos romperlos, y apenas son
la punta del iceberg. Lo que nos atemoriza respecto al placer no viene
solamente de la sociedad o la cultura, nace de nuestras culpas, de nuestra autoestima y, peculiarmente, la mayor parte de
personas que sufren de este causante de disfunciones sexuales son las mujeres.
Durante nuestra adolescencia nos dedicamos a explorar nuestra
sexualidad. Los hombres, en esta doble moral en la que vivimos, tienen la
oportunidad de cambiar de parejas sexuales, de pedir contactos sexuales, se
espera que los hombres mantengan esta conducta en donde agrandar su experiencia
sexual es prioridad; no se dedican a explorar su capacidad de sentir placer,
sino la de dar placer y sumarlo a su autoestima o a su ego. Saben que lograr
una erección y una eyaculación es cosa fácil y jamás se cuestionan si es algo
normal, para ellos sentir placer es intrínseco del acto sexual.
Las mujeres no tienen la misma oportunidad de experimentar
sexualmente, si cambian de pareja sexual serán mal vistas, no sólo por los
hombres sino peor: entre ellas serán etiquetadas y muchas veces rechazadas. En
numerosas ocasiones aceptan entrar en prácticas sexuales para ser aceptadas o
queridas por sus parejas y al desconocer su cuerpo es difícil que sepan qué les
causa placer, incluso no consideran que el sentirlo sea algo necesario, creen
que el encontrar la satisfacción emocional y de pareja es más que suficiente.
Cuando han logrado superar las barreras de las etiquetas y se
deciden a buscar placer no se dan cuenta de que inconscientemente tienen miedo
a entregarse, a ser ellas mismas porque vivimos con ideas preconcebidas en las
que las mujeres que se entregan, que se dejan llevar o que le enseñan a su
pareja a tocarlas son “fáciles”. Si existe entrega durante el acto sexual, si
se experimenta el vivir en el aquí y en el ahora entonces es cuando más placer
se puede llegar a sentir, pero cuando se tiene miedo de ser vulnerable, de ser
“pecadora”, cuando se cree que la sexualidad es sólo para cierto tipo de
personas, entonces es cuando se crean disfunciones sexuales con etiología
psicológica.
La educación que se recibe en el hogar, en la escuela, en la
calle y en todas las circunstancias sociales conforman la personalidad y todas
las creencias, actitudes y conocimientos que tendrán una profunda influencia en
el comportamiento del individuo, por lo que las consecuencias sobre el comportamiento
y la respuesta sexual dependerán de la forma en que se aborde la sexualidad
desde el punto de vista social y educativo. Y todo esto se debe de tomar en
cuenta para el diagnóstico y terapia de las disfunciones sexuales.
Por ejemplo, Masters y Johnson en sus investigaciones de 1978
señalaron que las ideas religiosas ortodoxas son la causa de un gran número de
disfunciones sexuales, mientras que O’Conner y Stern en 1972 encontraron en el
30% de sus pacientes un antecedente de educación represiva de la sexualidad y
en el 25% de sus pacientes la sexualidad nunca era mencionada en sus familias.
En México se encuentran una o ambas situaciones en más del 80% de la población,
lo cual se constata al observar que prácticamente todas las mujeres que acuden
a una clínica de disfunciones sexuales presentan una exacerbada ansiedad por la
sexualidad.
Disfunciones sexuales
Algunas de las disfunciones sexuales con origen psicosocial
(siempre se debe descartar en primer lugar un origen físico) en las mujeres
son:
Apatía y disritmia sexuales
Las principales causas psicosociales de la apatía y de la
disritmia sexual se originan en la educación y en las experiencias traumáticas
vividas.
La familia, como principal vehículo de la educación, puede
reproducir tabúes y prejuicios en donde no se tolera ninguna discusión abierta
de la sexualidad: la desnudez está formalmente prohibida. A esta estructura
familiar puede corresponder una figura paterna tiránica y todopoderosa que
censura y selecciona la información o las formas de diversión propias de una
“familia decente”, lo cual en un futuro puede ser la base de una apatía,
disritmia o aversión sexual.
La
religión, como esquema de comportamiento, provee lineamientos que ubican a la
sexualidad de la mano del pecado. Este precepto aleja a la mujer de la
posibilidad de búsqueda de intercambio sexual con fines distintos a los
reproductivos y esta problemática también sienta las bases para el desarrollo
de la apatía, disritmia o aversión sexual.
Experiencias traumáticas: Algunas experiencias sexuales desagradables previas pueden condicionar al individuo a reprimir cualquier manifestación de deseo.
Experiencias traumáticas: Algunas experiencias sexuales desagradables previas pueden condicionar al individuo a reprimir cualquier manifestación de deseo.
Otra circunstancia traumática puede ser la que sufren los niños
de cualquier edad que fueron atacados sexualmente por un adulto, incluso miembro
de la familia y hasta en ocasiones los mismos padres.
Una primera experiencia sexual frustrante, dolorosa o sucesivos
episodios sexuales con esas mismas características también pueden condicionar
la negativa de muchas mujeres a considerar siquiera la posibilidad de disfrute
en una relación sexual.
El estrés: Desde el punto de vista clínico, cada vez son más las
personas que acuden a consulta quejándose de apatía sexual o de un deseo sexual
inhibido, y después de realizar algunos exámenes se ha reconocido al estrés
como la causa de estas disfunciones.
El estrés es uno de los peores enemigos de la sexualidad. La
gente estresada realiza sus actividades diarias sin placer porque no se da
tiempo para disfrutar de su cotidianeidad y menos aún de su sexualidad. Un alto
nivel de estrés motivado por el exceso de trabajo o por la acumulación de
cansancio, impide que nuestro organismo sea capaz de reconocer un estímulo
sexual efectivo para comenzar a interactuar sexualmente con nuestra pareja.
En México, el principal factor que hace que el estrés sea la
causa de la apatía sexual es el cansancio provocado por la actividad laboral,
en segundo lugar está la falta de tiempo y en tercer lugar la angustia y la
tensión.
Aversión sexual
Es una manifestación clínica extrema de la apatía sexual o de la
inhibición del deseo sexual, que se caracteriza por una reacción negativa ante
todos los aspectos de la sexualidad. La aversión sexual puede estar relacionada
con un compañero específico, en donde el carácter fóbico de la reacción aparece
en las manifestaciones psicosomáticas que generalmente se le asocian como
sudores, náuseas, diarreas, palpitaciones, etc.
El rechazo de actividades sexuales específicas como por ejemplo
las caricias orogenitales o anales, no son suficientes para diagnosticar una
aversión sexual. A ello debe agregarse un disgusto irracional y una angustia
abrumadora ante el pensamiento del contacto sexual. En estos casos, tan sólo el
pensar en tener relaciones sexuales produce más ansiedad que la realización misma
del acto.
Este síndrome no necesariamente es disfuncional, ya que las
mujeres que lo padecen en muchos casos son perfectamente capaces de llegar al
orgasmo, por lo que su función erótica no está necesariamente dañada. A menudo
conllevan una perturbación de su esquema corporal cuyo origen se remonta a la
adolescencia, por ejemplo por el llamado hirsutismo (exceso de vello corporal),
falta en el desarrollo del pecho, obesidad, presencia de acné, etc. que a sus
ojos las hacen incapaces de sentirse deseadas, por lo que evitan toda actividad
sexual.
Respecto a su infancia, no es raro encontrar traumas
psicológicos originados por los resultados sociales del incesto y del abuso
sexual infantil. Estos episodios tienen mayor efecto cuando se han vivido con
ambivalencia emocional de excitación y culpabilidad, situación que es más común
de lo que se imagina.
Un rompimiento doloroso del himen también puede originar una
asociación entre sufrimiento y sexualidad. El miedo al embarazo es otro factor
importante como una causa psicosocial para la presentación de la aversión
sexual.
Hipolubricación
Se define como un estado recurrente y persistente de sequedad
vaginal parcial o total durante el acto sexual, y constituye la causa más común
de dispareunia o dolor vaginal.
Usualmente las mujeres que padecen este síntoma preservan su
deseo sexual incluso con aptitud para el orgasmo, sin embargo, permanecen secas
en condiciones de estimulación que serían suficientes para la mayoría de las
mujeres. En estas condiciones, la penetración vaginal significa una relación
incómoda y dolorosa que por lo tanto puede inducir dispareunia, vaginismo e
inhibición del deseo sexual.
En nuestra cultura, en donde la mujer no está autorizada a gozar
y tanto los escenarios familiares como los tabúes culturales inhiben su proceso
de excitación, es común encontrar mujeres que lubrican perfectamente durante
los juegos preliminares pero la producción de estas secreciones cesan a partir
de la penetración vaginal, por haber sido condicionadas para sólo aceptar las
caricias y los juegos sexuales pero no así el coito.
Al mismo tiempo se puede afirmar que, independientemente de la
edad de la mujer, en la medida que ésta no ejerza su sexualidad con regularidad
se presentará una disminución en la lubricación vaginal.
Como causas domésticas podemos mencionar a las exageradas
usuarias del jabón en la higiene de los genitales, al uso indiscriminado de tampones
y de óvulos espermaticidas irritantes.
Anorgasmia
La angustia es la principal responsable de muchas anorgasmias
temporales, entendiéndose por angustia una respuesta anticipada a un peligro.
Puede relacionarse con la propia personalidad de la mujer o con la actitud
crítica del compañero, y en este contexto las principales situaciones que
provocan angustia son:
1.
El fracaso sexual.
2. El miedo a perder el control de sí.
3. El miedo a ser rechazada por el compañero(a).
4. La observación obsesiva de sí misma.
2. El miedo a perder el control de sí.
3. El miedo a ser rechazada por el compañero(a).
4. La observación obsesiva de sí misma.
Cuanto más miedo tiene una mujer de perder el objeto de su amor,
más dificultad tiene para gozar. Este clima de inseguridad reedita a menudo un
conflicto que tiene sus raíces en la infancia. La capacidad orgásmica de una
mujer está en estrecha relación con los recuerdos que tiene de la actitud de su
padre para con ella: exigente o autoritaria, indiferente o tolerante. Parece
lógico que las sensaciones despertadas por la confianza manifestada por la
primera figura masculina de su vida, puedan influir sobre sus relaciones
sexuales futuras.
El único factor indiscutiblemente relacionado con la aptitud
orgásmica es la década de nacimiento de la mujer: cuanto más adelantado estaba
el siglo cuando ella nació más posibilidades tiene de gozar, ya que las mujeres
más jóvenes son las más susceptibles de dejarse impregnar por las modas
hedonistas, y la actitud narcisista de nuestra época disipa las últimas
manifestaciones puritanas de la era victoriana.
Vaginismo y dispareunia
El
vaginismo es el cierre de la vagina, impidiendo la entrada del pene. La
dispareunia es el dolor al ser penerada.
El espasmo del vaginismo y el dolor de la dispareunia generalmente son la representación simbólica en el plano físico de conflictos más o menos inconscientes, pudiendo quedar implicada toda la personalidad de la consultante.
El espasmo del vaginismo y el dolor de la dispareunia generalmente son la representación simbólica en el plano físico de conflictos más o menos inconscientes, pudiendo quedar implicada toda la personalidad de la consultante.
Los
principales conflictos que originan este síndrome son los siguientes:
• La culpabilidad.
• El disgusto.
• La agresividad.
• El miedo.
• La culpabilidad.
• El disgusto.
• La agresividad.
• El miedo.
Del análisis de estas cuatro posibilidades se deduce que
prácticamente todas las mujeres están expuestas a sufrir de vaginismo,
dispareunia o de ambas, pues aún hoy en día las condiciones están dadas para
que sigan a merced de la desinformación culpabilizadora.
martes, 18 de septiembre de 2012
VOCABULARIO DE LA MONOGRAFIA
VOCABULARIO
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El placer sexual es lo que experimentamos al estar excitados sexualmente. La excitación sexual es la respuesta del cuerpo a la estimulación sexual. Podemos excitarnos por cosas que oímos, vemos, olemos, saboreamos o tocamos. Pueden estar presentes en el mundo real, en nuestra imaginación o en nuestros sueños. Podemos sentirnos muy excitados cuando acariciamos nuestras zonas erógenas, cuando una pareja lo hace o cuando acariciamos dichas zonas de una pareja.
RESPUESTA SEXUAL
DURANTE LA FASE DE LA EXCITACIÓN
EL PLACER SEXUAL ES BUENO PARA NOSOTROS
La sexualidad
Es , fundamentalmente, el motor de nuestra vida desde el día que nacemos hasta el instante antes de nuestra muerte.
Por eso es que la sexualidad no está circunscripta a un intercambio físico con otro u otros, sino a unencuentro emocional que permite la integración personal.
Comunicar nuestros gustos, necesidades, fantasías, nos acerca al otro y nos hace crecer a nosotros.
Así es que demanda ser cuidada. Mejorarla mejora también nuestra calidad de vida y nuestra salud. El derecho a informarnos, reflexionar acerca de ella y explorar nuestras posibilidades, debe ser ejercido y facilitado por la comunidad a lo largo de todo el proceso de vida, desde la infancia hasta la adultez mayor.
Si concientizamos nuestrosistema de valores sexualesy nos preguntamos acerca de él, y tal vez hasta lo replanteamos, comprenderemos queel ejercicio de la sexualidad es un derecho.
Si concientizamos nuestrosistema de valores sexualesy nos preguntamos acerca de él, y tal vez hasta lo replanteamos, comprenderemos queel ejercicio de la sexualidad es un derecho.
Esto nos llevará a poder decidir libremente los caminos para reconocer nuestra capacidad sensitiva y la del otro en cada momento de nuestra vida; decidir la planificación de nuestra familia desde la adolescencia, apropiándonos de la función reproductiva de la sexualidad, apropiarnos de nuestra vida, ser solidarios y respetuosos con la vida de los otros...
La sexualidad nace con nosotros. El cachorro humano llega al mundo en situación de absoluta indefensión, y allí es recibido por un adulto.
Lo primero que nos dan es el alimento, pero con él –inmediatamente- llegan las caricias, las miradas, el cuidado del cuerpo.
A partir de ese momento, a partir de que alguien nos espera y nos recibe en este mundo, allí -con nuestro primer vínculo social-, ya somos seres sexuados, ya comienza a desarrollarse nuestra sexualidad.
El reflejo de la succión en el bebé es el primer vehículo que facilita el contacto sexual con otro, con su madre o quien realice esa función. Con la succión llega el ingreso del alimento, la leche, su tibieza, el primer recorrido por el esófago serán las primeras fuentes de placer para el recién nacido, las que recibirá con miradas, caricias y mimos de un adulto de su misma especie.
De allí hasta la conformación de la sexualidad del adulto, recorrerá varias etapas, cambios, modificaciones a través del desarrollo del cuerpo, del devenir de la conformación psíquica, de la determinación del entorno familiar, de la influencia de entorno social ...
Nos encontramos hoy nosotros, jóvenes o adultos, siendo “un todo”, una unidad.
Parece simple y sencillo al enunciarlo así, ya que de hecho así lo vivimos cotidianamente... sin embargo la comprensión de la sexualidad como una resultante de la relación de factores biológicos, psicológicos y sociales resulta una empresa compleja y fascinante.
La sexualidad se va estructurando desde antes del nacimiento a través del deseo de nuestros padres y el inicio de nuestra conformación orgánica, y forma en la adultez, parte de la personalidad en general.
La capacidad de sentir placer, de conectarse con la vida y la cotidianeidad con satisfacción y alegría tiene estricta relación con una sexualidad saludable. Los factores estresantes del entorno en el que vivimos, influyen de manera determinante sobre nuestra vida sexual.
La genitalidad es una parte de la sexualidad en general, importante para la estructuración de nuestro equilibrio psíquico, pero no exclusiva.
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PLACER
El placer sexual es lo que experimentamos al estar excitados sexualmente. La excitación sexual es la respuesta del cuerpo a la estimulación sexual. Podemos excitarnos por cosas que oímos, vemos, olemos, saboreamos o tocamos. Pueden estar presentes en el mundo real, en nuestra imaginación o en nuestros sueños. Podemos sentirnos muy excitados cuando acariciamos nuestras zonas erógenas, cuando una pareja lo hace o cuando acariciamos dichas zonas de una pareja.
ZONAS AERÓGENAS
Las zonas erógenas son las áreas de la piel que probablemente nos causa excitación cuando las tocan. Por ejemplo, los órganos sexualesson muy sensibles al tacto, en particular el glande del clítoris o el pene. Tocar otros lugares de la piel también puede provocar excitación. Otras zonas erógenas son, por ejemplo, los brazos, la espalda, los glúteos, las orejas, los pies, los dedos de las manos, las piernas, el cuello, los pezones y la vagina.
Cualquier lugar del cuerpo puede ser una zona erógena, pero no son las mismas para todos. Todos tenemos gustos distintos en lo que respecta a los lugares donde nos gusta que nos toquen. Por lo tanto, las zonas erógenas son únicas de cada uno.
RESPUESTA SEXUAL
El ciclo de respuesta sexual es el patrón de la manera en que reaccionamos a la estimulación sexual, incluso mientras dormimos. El ciclo consta de los cinco pasos siguientes:
- Deseo
- Excitación
- Meseta
- Orgasmo
- Resolución
Algunos de estos pasos, o todos, se experimentan cada vez que tenemos relaciones sexuales, con nosotros mismos o con otra persona. Pero podemos detenernos en cualquiera de ellos. No es necesario que completemos el ciclo para sentirnos sexualmente satisfechos.
Es probable que no nos demos cuenta de cada alteración que ocurre en nuestro cuerpo durante la respuesta sexual. Experimentamos cada una de estas alteraciones en diferentes medidas, según la naturaleza única de nuestro cuerpo. Además, el grado en que responda nuestro cuerpo variará con la salud y la edad y de una experiencia sexual a otra. Por ejemplo, las mujeres pueden tener menos lubricación con el paso de los años o en el caso de tomar ciertos medicamentos. Esto es lo que suele suceder durante cada fase de la respuesta sexual.
DURANTE LA FASE DE LA EXCITACIÓN
El cuerpo responde al deseo y se excita; reacciona automáticamente al deseo. Dos personas que se atraen probablemente sientan que su cuerpo se excita. Quizá comiencen a comunicar la excitación sexual que sienten por el otro. Esta comunicación puede comenzar con gestos, caricias o sonidos. Durante la excitación sexual, el cuerpo libera feromonas invisibles (olores que aumentan la atracción por el otro).
Esta etapa prepara nuestro cuerpo para el juego sexual.
ALTERACIONES EN EL CUERPO DURANTE LA FASE DE EXCITACIÓN
El cuerpo de la mujer
El cuerpo del hombre
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La fase de excitación puede abandonarse en cualquier momento. El deseo, la excitación y las ganas de tener juegos sexuales son normales. Sin embargo, nunca debemos hacer más de lo que deseamos por el simple hecho de sentirnos sexualmente excitados.
La fase de excitación puede ser breve o duradera antes de que comience la fase de meseta.
La fase de excitación puede ser breve o duradera antes de que comience la fase de meseta.
EL PLACER SEXUAL ES BUENO PARA NOSOTROS
Sí. El placer sexual puede ser importante para la salud física y emocional y el bienestar.
Llevar una vida sexual saludable, con pareja o sin ella, está relacionado con lo siguiente:
- Mayor salud sexual y reproductiva
- Mayor salud general
- Mejor sueño
- Menor estrés y tensión
- Mayor autoestima
- Una apariencia más juvenil
- Mejor estado físico
- Una vida más prolongada
Es lamentable que muchos de nosotros hayamos crecido escuchando sólo acerca de los riesgos y los peligros que implica expresarnos sexualmente. Si bien esos riesgos son reales, también es cierto que los juegos sexuales, con pareja o sin ella, pueden ser una fuerza positiva y poderosa en nuestras vidas. Nos ayuda a conectarnos con otras personas y a disfrutar del mundo.
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