placer sexual en la mujer

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las mujeres sentimos verdaderamente placer

sábado, 22 de septiembre de 2012

EL MIEDO AL PLACER


 

En una sociedad la sexualidad está cubierta de prejuicios y de miedos, crecemos aprendiendo de sexualidad de nuestros amigos, compañeros y pocas veces contamos con familiares a los cuales acudir por información (esto cuando el miedo no es causado por algún trauma como abuso sexual o violación).

Estamos bombardeados de mensajes contradictorios, todo es sexualidad, en la publicidad, el cine, el internet, todo es apertura y placer, pero en nuestras vidas diarias, nuestra familia o en nuestra religión no nos permitimos vivir la sexualidad más que cuando se cumplen ciertas reglas:



      -La sexualidad sólo sirve para la procreación.
      -La sexualidad sólo debe ser vivida por quienes estén casados.
      -El placer sexual es inherente a los hombres, es un mito que las mujeres sientan placer.
 
 



 

Todos estos prejuicios crecen con nosotros, algunos logramos romperlos, y apenas son la punta del iceberg. Lo que nos atemoriza respecto al placer no viene solamente de la sociedad o la cultura, nace de nuestras culpas, de nuestra autoestima y, peculiarmente, la mayor parte de personas que sufren de este causante de disfunciones sexuales son las mujeres.

Durante nuestra adolescencia nos dedicamos a explorar nuestra sexualidad. Los hombres, en esta doble moral en la que vivimos, tienen la oportunidad de cambiar de parejas sexuales, de pedir contactos sexuales, se espera que los hombres mantengan esta conducta en donde agrandar su experiencia sexual es prioridad; no se dedican a explorar su capacidad de sentir placer, sino la de dar placer y sumarlo a su autoestima o a su ego. Saben que lograr una erección y una eyaculación es cosa fácil y jamás se cuestionan si es algo normal, para ellos sentir placer es intrínseco del acto sexual.

Las mujeres no tienen la misma oportunidad de experimentar sexualmente, si cambian de pareja sexual serán mal vistas, no sólo por los hombres sino peor: entre ellas serán etiquetadas y muchas veces rechazadas. En numerosas ocasiones aceptan entrar en prácticas sexuales para ser aceptadas o queridas por sus parejas y al desconocer su cuerpo es difícil que sepan qué les causa placer, incluso no consideran que el sentirlo sea algo necesario, creen que el encontrar la satisfacción emocional y de pareja es más que suficiente.

Cuando han logrado superar las barreras de las etiquetas y se deciden a buscar placer no se dan cuenta de que inconscientemente tienen miedo a entregarse, a ser ellas mismas porque vivimos con ideas preconcebidas en las que las mujeres que se entregan, que se dejan llevar o que le enseñan a su pareja a tocarlas son “fáciles”. Si existe entrega durante el acto sexual, si se experimenta el vivir en el aquí y en el ahora entonces es cuando más placer se puede llegar a sentir, pero cuando se tiene miedo de ser vulnerable, de ser “pecadora”, cuando se cree que la sexualidad es sólo para cierto tipo de personas, entonces es cuando se crean disfunciones sexuales con etiología psicológica.

La educación que se recibe en el hogar, en la escuela, en la calle y en todas las circunstancias sociales conforman la personalidad y todas las creencias, actitudes y conocimientos que tendrán una profunda influencia en el comportamiento del individuo, por lo que las consecuencias sobre el comportamiento y la respuesta sexual dependerán de la forma en que se aborde la sexualidad desde el punto de vista social y educativo. Y todo esto se debe de tomar en cuenta para el diagnóstico y terapia de las disfunciones sexuales.
 
 

Por ejemplo, Masters y Johnson en sus investigaciones de 1978 señalaron que las ideas religiosas ortodoxas son la causa de un gran número de disfunciones sexuales, mientras que O’Conner y Stern en 1972 encontraron en el 30% de sus pacientes un antecedente de educación represiva de la sexualidad y en el 25% de sus pacientes la sexualidad nunca era mencionada en sus familias. En México se encuentran una o ambas situaciones en más del 80% de la población, lo cual se constata al observar que prácticamente todas las mujeres que acuden a una clínica de disfunciones sexuales presentan una exacerbada ansiedad por la sexualidad.

Disfunciones sexuales

Algunas de las disfunciones sexuales con origen psicosocial (siempre se debe descartar en primer lugar un origen físico) en las mujeres son:

Apatía y disritmia sexuales

Las principales causas psicosociales de la apatía y de la disritmia sexual se originan en la educación y en las experiencias traumáticas vividas.

La familia, como principal vehículo de la educación, puede reproducir tabúes y prejuicios en donde no se tolera ninguna discusión abierta de la sexualidad: la desnudez está formalmente prohibida. A esta estructura familiar puede corresponder una figura paterna tiránica y todopoderosa que censura y selecciona la información o las formas de diversión propias de una “familia decente”, lo cual en un futuro puede ser la base de una apatía, disritmia o aversión sexual.

La religión, como esquema de comportamiento, provee lineamientos que ubican a la sexualidad de la mano del pecado. Este precepto aleja a la mujer de la posibilidad de búsqueda de intercambio sexual con fines distintos a los reproductivos y esta problemática también sienta las bases para el desarrollo de la apatía, disritmia o aversión sexual.
Experiencias traumáticas: Algunas experiencias sexuales desagradables previas pueden condicionar al individuo a reprimir cualquier manifestación de deseo.

Otra circunstancia traumática puede ser la que sufren los niños de cualquier edad que fueron atacados sexualmente por un adulto, incluso miembro de la familia y hasta en ocasiones los mismos padres.

Una primera experiencia sexual frustrante, dolorosa o sucesivos episodios sexuales con esas mismas características también pueden condicionar la negativa de muchas mujeres a considerar siquiera la posibilidad de disfrute en una relación sexual.

El estrés: Desde el punto de vista clínico, cada vez son más las personas que acuden a consulta quejándose de apatía sexual o de un deseo sexual inhibido, y después de realizar algunos exámenes se ha reconocido al estrés como la causa de estas disfunciones.

El estrés es uno de los peores enemigos de la sexualidad. La gente estresada realiza sus actividades diarias sin placer porque no se da tiempo para disfrutar de su cotidianeidad y menos aún de su sexualidad. Un alto nivel de estrés motivado por el exceso de trabajo o por la acumulación de cansancio, impide que nuestro organismo sea capaz de reconocer un estímulo sexual efectivo para comenzar a interactuar sexualmente con nuestra pareja.

En México, el principal factor que hace que el estrés sea la causa de la apatía sexual es el cansancio provocado por la actividad laboral, en segundo lugar está la falta de tiempo y en tercer lugar la angustia y la tensión.

Aversión sexual

Es una manifestación clínica extrema de la apatía sexual o de la inhibición del deseo sexual, que se caracteriza por una reacción negativa ante todos los aspectos de la sexualidad. La aversión sexual puede estar relacionada con un compañero específico, en donde el carácter fóbico de la reacción aparece en las manifestaciones psicosomáticas que generalmente se le asocian como sudores, náuseas, diarreas, palpitaciones, etc.

El rechazo de actividades sexuales específicas como por ejemplo las caricias orogenitales o anales, no son suficientes para diagnosticar una aversión sexual. A ello debe agregarse un disgusto irracional y una angustia abrumadora ante el pensamiento del contacto sexual. En estos casos, tan sólo el pensar en tener relaciones sexuales produce más ansiedad que la realización misma del acto.

Este síndrome no necesariamente es disfuncional, ya que las mujeres que lo padecen en muchos casos son perfectamente capaces de llegar al orgasmo, por lo que su función erótica no está necesariamente dañada. A menudo conllevan una perturbación de su esquema corporal cuyo origen se remonta a la adolescencia, por ejemplo por el llamado hirsutismo (exceso de vello corporal), falta en el desarrollo del pecho, obesidad, presencia de acné, etc. que a sus ojos las hacen incapaces de sentirse deseadas, por lo que evitan toda actividad sexual.

Respecto a su infancia, no es raro encontrar traumas psicológicos originados por los resultados sociales del incesto y del abuso sexual infantil. Estos episodios tienen mayor efecto cuando se han vivido con ambivalencia emocional de excitación y culpabilidad, situación que es más común de lo que se imagina.

Un rompimiento doloroso del himen también puede originar una asociación entre sufrimiento y sexualidad. El miedo al embarazo es otro factor importante como una causa psicosocial para la presentación de la aversión sexual.

Hipolubricación

Se define como un estado recurrente y persistente de sequedad vaginal parcial o total durante el acto sexual, y constituye la causa más común de dispareunia o dolor vaginal.

Usualmente las mujeres que padecen este síntoma preservan su deseo sexual incluso con aptitud para el orgasmo, sin embargo, permanecen secas en condiciones de estimulación que serían suficientes para la mayoría de las mujeres. En estas condiciones, la penetración vaginal significa una relación incómoda y dolorosa que por lo tanto puede inducir dispareunia, vaginismo e inhibición del deseo sexual.

En nuestra cultura, en donde la mujer no está autorizada a gozar y tanto los escenarios familiares como los tabúes culturales inhiben su proceso de excitación, es común encontrar mujeres que lubrican perfectamente durante los juegos preliminares pero la producción de estas secreciones cesan a partir de la penetración vaginal, por haber sido condicionadas para sólo aceptar las caricias y los juegos sexuales pero no así el coito.

Al mismo tiempo se puede afirmar que, independientemente de la edad de la mujer, en la medida que ésta no ejerza su sexualidad con regularidad se presentará una disminución en la lubricación vaginal.

Como causas domésticas podemos mencionar a las exageradas usuarias del jabón en la higiene de los genitales, al uso indiscriminado de tampones y de óvulos espermaticidas irritantes.

Anorgasmia

La angustia es la principal responsable de muchas anorgasmias temporales, entendiéndose por angustia una respuesta anticipada a un peligro. Puede relacionarse con la propia personalidad de la mujer o con la actitud crítica del compañero, y en este contexto las principales situaciones que provocan angustia son:

1.    El fracaso sexual.
2.    El miedo a perder el control de sí.
3.    El miedo a ser rechazada por el compañero(a).
4.    La observación obsesiva de sí misma.

Cuanto más miedo tiene una mujer de perder el objeto de su amor, más dificultad tiene para gozar. Este clima de inseguridad reedita a menudo un conflicto que tiene sus raíces en la infancia. La capacidad orgásmica de una mujer está en estrecha relación con los recuerdos que tiene de la actitud de su padre para con ella: exigente o autoritaria, indiferente o tolerante. Parece lógico que las sensaciones despertadas por la confianza manifestada por la primera figura masculina de su vida, puedan influir sobre sus relaciones sexuales futuras.

El único factor indiscutiblemente relacionado con la aptitud orgásmica es la década de nacimiento de la mujer: cuanto más adelantado estaba el siglo cuando ella nació más posibilidades tiene de gozar, ya que las mujeres más jóvenes son las más susceptibles de dejarse impregnar por las modas hedonistas, y la actitud narcisista de nuestra época disipa las últimas manifestaciones puritanas de la era victoriana.

Vaginismo y dispareunia

El vaginismo es el cierre de la vagina,  impidiendo la entrada del pene. La dispareunia es el dolor al ser penerada.
El espasmo del vaginismo y el dolor de la dispareunia generalmente son la representación simbólica en el plano físico de conflictos más o menos inconscientes, pudiendo quedar implicada toda la personalidad de la consultante.

Los principales conflictos que originan este síndrome son los siguientes:
•    La culpabilidad.
•    El disgusto.
•    La agresividad.
•    El miedo.

Del análisis de estas cuatro posibilidades se deduce que prácticamente todas las mujeres están expuestas a sufrir de vaginismo, dispareunia o de ambas, pues aún hoy en día las condiciones están dadas para que sigan a merced de la desinformación culpabilizadora.

 
http://www.siriusfem.com/sexualidad-y-pareja/el-miedo-al-placer/

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